Por Hernán Bisman y Pablo Engelman
Elvis Presley definió, en una recordada entrevista televisiva, que “...es difícil explicar lo que es el Rock, es un ritmo que atrapa algo que sentís”. La Arquitectura, al igual que la música, tiene ese poder. En muchas oportunidades la Arquitectura expresa ese "algo" característico de su autor, que se refleja en ella, conmoviendo al usuario de esos espacios diseñados por él.
Por años la academia intentó escribir las partituras de esa reverberación notable entre el emisor (el arquitecto) y el receptor (la sociedad), intentó desentrañar los códigos de este lenguaje sensorial y hacer legible este fenómeno cultural y disciplinar, algunas veces con cierto éxito, creando metodologías que permitieran reproducirlo a voluntad. Pero, al final del día y luego de mucha tinta transcurrida en manifiestos, manuales y recetas, es evidente que ese poder reside principalmente en la capacidad de un arquitecto de (re)conocer el reflejo de lo que es, de lo que está implícito el ADN cultural, tomarlo de su interior y sacarlo afuera, logrando que su lápiz trace naturalmente sobre el papel su esencia como lo hace el músico rasgando la púa en las cuerdas de su guitarra.
Las primeras obras desarrolladas por el estudio estuvieron centradas en la identidad. Expresaban la herencia de la amplia experiencia de los padres de su autor, ambos notables arquitectos que influenciaron productivamente su pensamiento. Las últimas obras del estudio, en cambio, están atravesadas por la cuestión del ritmo. En ellas se expresan las nociones sensoriales y culturales del titular de este estudio, Julián Berdichevsky. Este joven arquitecto, ya maduro en su hacer, logra en su arquitectura lo descripto en estas líneas: que el usuario sienta sensaciones al vivir en sus obras, que el espacio fluya y que los edificios expresen, en productiva tensión entre el deseo de su autor y todas las limitaciones a las que obliga una técnica, una codificación y una normativa, un ser.
Kurt Cobain definía en sus inicios, “Los músicos se ríen de mí porque soy diferente, yo me río de ellos porque son todos iguales”.
Bienvenidos a las obras de BVARQ.